7/13/2009

Presencias

Capitulo 1
El rojo-amarillento del amanecer comenzaba a ser vencido por el azul intenso de la mañana cuando entré en la habitación; una leve claridad se filtraba a través de las cortinas.
Solo recuerdo haber sentido la presencia, de haber levantado la mirada... y ella estaba allí, inmóvil, en frente mío, mirándome como si lo hubiera estado haciendo ya desde hace varias horas.
No tenía ni idea de quién era esa mujer, ni porqué tenía esa mirada ausente y penetrante, pero, al mismo tiempo, algunos rasgos de su cara me sonaban familiares.
La luz de la habitación no era mucha, así, en la penumbra, tenía la sensación de poder observarla sin vergüenza. 
Ella seguía mirándome, como si supiera perfectamente los pensamientos que merodeaban en mi cabeza.
En sus ojos había signos de incomprensión que se juntaban con una existencia confusa. ¿Quién era ella? Su vida parecía estar dividida y sólo una pequeña parte la pertenecía a ella. El sufrimiento, ya casi sofocado, se podían vislumbrar en la profundidad de la penumbra que invadía el cuarto.
La desnudez se cubría por lágrimas que dejaban entrever una mirada de dulzura que brillaba. Eran los rabillos de los ojos los que se volcaban ligeramente hacia la consciencia de mi presencia y se escondía la ternura tras las ganas de esconderse y decir sólo lo que se quiere.
Era como la sensación de introducirse en un túnel tan largo que no se pudiera ver el final, cada vez más oscuro; era impresionante como conseguía excluirme y hacerme parte de su mente sin deshacerse. 
Capitulo 2
No sabía si delante tenía a una persona o a un millón; me encontraba en un laberinto llego de pequeñas señales improbables.
Un suspiro de verdad: la extraña me estaba abriendo un hueco inesperado.
Su mundo era precario y su visibilidad, como la de un fantasma, era solo a trozos, como si estuviese intentando aprender a vivir en la confusión de una realidad en la que no se sentía integrada.
Me daba cuenta de que había cambiado la expresión de la cara; sólo ahora que empezaba a inmiscuirme en los oscuros agujeros de su alma.
Su cara tenía que ser observada muy atentamente porque dos mundos diferentes formaban parte de un mosaico muy particular; no se sabía exactamente por donde se filtraba la manifestación visible de su ser. 
La melancolía se dejaba ver a través de una mirada, incluso cuando la extraña dejaba escapar una tímida sonrisa.
La luz de sus ojos traicionaba la línea de sentimientos contrastantes que, probablemente, atormentaban su alma.
Capitulo 3
Serenidad e inquietud en una extraña mezcla y la sensación de que nunca sería capaz de entenderla.
Me gustaría haberla pedido que me contase algo, aunque fuese un sólo episodio de su vida. Me hubiese gustado escuchar su voz pero no era capaz de emitir ni un solo sonido de mi boca mientras que intentaba construir frases hipotéticas con las que hacerla partícipe, en la esperanza de que ella estuviera haciendo lo mismo conmigo.
Casi sin darme cuenta, levanté la mirada y ella me estaba mirando: la boca ligeramente curvada en una sonrisa tímida y sarcástica al mismo tiempo que unos ojos gloriosos por la victoria. 

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