7/06/2013

Stop. Necesito Yo.


Entre un alboroto de alocadas idas y venidas entre los distintos cipreses de la ciudad, Moira parecía inquietamente inmutable. Su larga melena recogida tras esa diadema de cuadros turquesas estaba inmóvil, inmune a cualquier viento veraniego. Ese viento que hacía que el alquitrán del asfalto de Madrid hirviese a borbotones haciendo que la piel que se escondía bajo su falda amarilla estuviese un pelo menos tirante de lo que acostumbraba.
Aún así, Moira seguía pisando sus caminos de hojas con sus bailarinas sin suela. Intentaba, cual funambulista retirado, mantener el equilibrio, para librarse de los tiburones de las alcantarillas.
No, no era fácil. Por eso de vez en cuando se escondía debajo del edredón de invierno, sacaba el té de las cinco e inhalaba las páginas de los libros oxidados que guardaba con recelo en el cajón de los secretos.



"Siempre había oído que toda tu vida pasa ante a tus ojos el segundo antes de morir. Para empezar, ese segundo no es un segundo en absoluto, se hace algo inmenso, como un océano de tiempo. En mi caso aparecía yo tumbado boca arriba en el campamento de los boy scouts mirando estrellas fugaces y las hojas amarillas de los arces que franqueaban nuestra calle; o las manos de mi abuela y su marchita piel, que parecía papel; y la primera vez que contemple el nuevo Firebird de mi primo Tony; y Jane. Y Jane... Y Carolyn. Supongo que podría estar bastante cabreado por lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la contemplase toda a la vez, y me abruma, mi corazón se hincha como un globo que esta a punto de estallar. Pero recuerdo que debo relajarme, y no aferrarme demasiado a ella, y entonces fluye a través de mi como la lluvia, y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida. No tienen ni idea de lo que les hablo, seguro, pero no se preocupen: algún día la tendrán."
(American Beauty)