6/06/2010

(N) de Nariz o de Nietzsche


1. Cati.
Cati intentaba descifrar su domingo sin tristezas, con la fiebre de un sábado rojo que la acompañaba entonando una melodía que le recordaba a algo así como la última vez que vio a Ric.
Intentaba acordarse de él entre sus gafas de pasta y su escote estrafalario.
Muda de corazón.
Le recordaba como lo que nunca fueron.
Cruzó la carretera esquivando los autos que la abocinaban mientras ella bailaba con una sonrisa mezquina entre ellos.


2. Ric
En el bar de la esquina, en pleno barrio de Chueca, Ric estaba sentado en la barra con su quinta cerveza en la mano. Eran las dos de la tarde.
-Quita ya esa cara de asco, tío - le dijo Álvaro cuando entró por la puerta. Le dio unas palmas en la espalda y le hizo un gesto al camarero para que le sirviese otra caña.
-Cati ha desaparecido. Así, ¡pum! de repente.
-Ella no estaba aquí para colmar tus expectativas. - tomó un trago de espuma y se giró a pedirle fuego a una rubia que tenía a sus espaldas. - Amigo, Cati es la tía más alucinante que he conocido nunca, es ácida, no tiene corazón y te olvida en cuatro minutos. Te dio su mano y tú, no fuiste lo bastante valiente para cogerla.
Ric se levantó del asiento y pidió la cuenta. La rubia que le daba la espalda se giró para mirarlos y le guiñó el ojo, se parecía muchísimo a Marta, su ex-novia.  Miró a Ál para obtener su gesto de aprobación.
-Tú verás tío, pero luego no me preguntes por qué Cati ha desaparecido; por tener un poco lo pierdes todo. 


3. Cati
-Hola niña, ¿Cómo tú por aquí? Hacía mucho que no parabas por este lugar... - le dijo el viejo canoso que trataba de ordenar la estantería de la izquierda del local, como las que ella había visto en las tiendas de antigüedades de Londres.
-Hola, Max. ¿Sabes qué significa la V?
Él la miró extrañado; había acabado cogiendo cariño a esa muchachita de aires desgarrados que cada vez que entraba a su tienda parecía que levantase todo el polvo que se había ido acumulando con el paso de los días.
-No necesitar creer en una razón para hacer las cosas. 
Ella sonrió, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de cristal por la que había entrado hacía apenas dos minutos.




"...compuse un madrigal al negro humo de sus pestañas, al pálido gris de sus ojos vacíos, a las cinco pecas asimétricas de su nariz respingada, al vello rubio de sus piernas tostadas; pero lo rompí y ahora no puedo recordarlo."
(Lolita, Vladimir Nabokov)

4 comentarios:

  1. Pienso q RIC debe aprovechar a la rubia q tiene a sus espaldas. Alvaro no sabe nada. Y Cati pues tiene un corazon mudo.

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  2. yo soy un poco como Cati, me cuesta descifrar mis domingos sin tristezas...

    supongo que en mi historia también hay un Ric...


    ;)

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  3. Me encanta Lolita... bueno, Nabokov en general -- te recomiendo 'The Real Life of Sebastian Knight'.'

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LOCURA(S)