Hacía tiempo que Caty había dejado de jugar a los playmobil. Había llegado un punto en el que le había dejado de interesar seguir uniendo los puntos del crucigrama, total, ya sabía que no podría llegar a descifrar un dibujo distinto y en ansia y la fatiga habían conseguido allanar a la bestia.
Se ponía los cascos mucho más de lo habitual, la música templaba su sangre evitando así que se tatuara, por quinta vez consecutiva, la idea de que cuanta más gente amas más débil eres. Ella había sido siempre puro instito de superviviencia y, aunque ahora se taponara los oídos y mordiera el alma, el corcel que anida dentro sigue queriendo relinchar de vez en cuando.
Ya no tenía encuentros, y no porque el destino no le llevase a ello sino porque los ojos no podían más que mirar al infinito y encontrar el blanco anacarado de la playa que se había tragado su alma como si un grano de arena se tratase.
No era turno ni siquiera para Álvaro que, cansado de intentar cambiar la situación, se conformó con cambiar la forma de enfrentarse a ella y así, esperar a que el monstruo despertara de nuevo y buscase nuevos vientres de los que alimentarse.
I thought I understood it, that I could grasp it, but I didn't, not really. Only the smudgeness of it; the pink-slippered, all-containered, semi-precious eagerness of it. I didn't realize it would sometimes be more than a whole, that the wholeness was a rather luxurious idea. Because it's the halves that halve you in half. I didn't know, don't know, about the in-between bits; the gory bits of you, and the gory bits of me.