5/25/2014

I can't be fixed. Because there's nothing to fix.



Es observando como siempre se aprende. Recogiendo las cosas no verbales que van quedando por el camino, porque la gente nunca te dirá lo que debes saber. Tienes que conseguir por ti mismo lo que sea que necesitas para poder sobrevivir. La única manera de hacerse fuerte es haciendo las cosas que implican que lo seas. Esta es la única forma de aprendizaje, la genuina.





La nueva enfermedad llegó. Y aprendí que el tiempo no cura. Todo es peor con los días. Tengo manchas como un perro. Toso y no puedo girar la cabeza. Me planteo dormir con la gente que no me gusta; necesito tumbarme y tener de frente a alguien que me adore. Voy a pensar más antes de que no pueda. Me encanta mi mente cuando es la más brillante. Quiero contarte lo que sé, no vaya a ser que puedas utilizarlo en algún momento: quiero ir al futuro, por favor. 
(Jenny Holzer)

5/10/2014

Hoy te he visto en el reflejo del aire. Día 6.


Dejó de planear momentos el día que nació. Alicia tenía el fantástico defecto de sentirse ajena a la obra de su vida; ella no iba a contratar actores, ni a elegir la música de fondo, ni el lugar donde se rodara la escena, sino que se saltaría las reglas de su día a día vistiendo botas de agua color amarillo pollito, por si algún charco se hacía más grande de lo normal.
Aquel día entró a través de la minúscula puerta de la casa azul cián cargada con un pequeña cajita de pastas. Las había de todos los sabores y colores, más neutras y del más puro e intenso chocolate negro, ese que le gustaba roer con la boca pequeña nada más terminar de comer. Cuando llegó hasta el fondo de la cocina, una puerta se abrió guiándola hasta el recogido jardín que observaba parando el resto del mundo, como si nada fuera de esas cuatro hortensias ya existiera. Fue allí donde su gato la esperaba, listo para preguntarle si ya tenía claro qué camino quería seguir.






En el hospital, vemos adicciones cada día. Es impresionante la de clases de adicciones que existen. Sería demasiado fácil si sólo fueran las drogas, las bebidas y el tabaco. Yo creo que la parte más dura de mandar a la mierda un hábito es querer mandarlo a la mierda. Es decir, nos hacemos adictos por un motivo, ¿verdad? A menudo, demasiado a menudo, las cosas empiezan de cero como una parte normal de tu vida y, de algún modo, cruzan la línea de la obsesión, compulsión. Perder el control. Es el colocón que arrastramos. El colocón hace que todo lo demás se apague lentamente. El caso es que la adicción no acaba bien porque tarde o temprano, lo que nos haya tenido drogados deja de hacer sentir bien y empieza a doler. Pero dicen que no mandas a la mierda el hábito hasta que caes en lo más bajo. Pero, ¿cuándo sabes que has caído? Porque no importa cuánto daño nos está haciendo algo; a veces, dejarlo marchar, nos duele más.
(Anatomía de Grey)

5/08/2014

Loco por reanimarte. Día 4.



Una de esas viejas costumbres que Jen atesoraba en sus tardes de moño rubio y camisa de hombre por casa era la de pintar camisetas. De un algodón blanco finísimo e híper suave, las colocaba alrededor de una tabla de plástico verde y comenzaba a esbozar el dibujo a lápiz. Una taza de té humeante, los pies descalzos y el grafito girando en su mano era lo único que necesitaba para pasar unos minutos ante el lienzo en blanco.
No hay cosa peor, ni mejor, que una página en blanco. Igual que el vacío apremia la sensación de desconcierto y anhelo, es tan grande lo que el color neutro engloba que nos permite crear cualquier cosa. Y ahí estaba ella, haciéndose tirabuzones en el pelo mientras estiraba su pie derecho creando una punta perfecta, como si de una bailarina se tratase.

Contar las rayas que hacen las persianas en el techo por la mañana.
Cantar canciones bipolares y absurdas que animan una tarde.
Comer espaguetis con tomate.
Reír.
Llorar.
Una mano. O, mejor, un pie.
Un paseo por el Prado.
El Ikea de Leeds.
Recoger conchas en el Sardinero.
Un relincho.
Una cama grande muy deshecha.
Un masaje con dulce final.
Un gol del atleti.
Tinta que nunca se borra.
Cartas enumeradas.
Escapadas dentro de la Gran Vía.
Motos gemelas.
Buscando el 21.
Un ron a palo seco y un Jack Daniel's.
Soñar con un concierto de Coldplay.
Inevitable de Shakira.
Sabroso.
Caricias en el pelo y siestas inmóviles.
Familia. Casa. Vida.

De pronto, todo eso se volvió color y del lápiz pasó al pincel perfilando perfectamente un número que se postulaba simplemente como uno más de los muchos que habría. O eso es lo que ella soñaba mientras cenaba calles vacías y miradas perdidas.




"Para él, lo que queda es su destino; para mí el frasco de cocaína."
(Sherlock Holmes)

5/07/2014

Necesito dormir seis meses seguidos. Día 2.



Sentía como si se le escaparan las cosas como si de un colador con los agujeros demasiado grandes se tratase. A decir verdad tenía la mirada enajenada de tan perdida y sus manos, delicadas y finas,  se entrelazaban creando un fantástico laberinto de fragilidad absoluta. Ella no se acicalaba el pelo como las otras, ni se pintaba las uñas, no usaba perfume más que un agua de naranja y rara era la vez que llevaba falda.

Pero no fueron sus ojos, ni su boca, los que me confesaron su secreto. Fue un leve temblor en los labios cuando, tras darle un mordisco a su nueva manzana, se giró esperando a que su cuerpo fuese observado. Intacto al tacto, pero arrasado por las heridas. Llagas que habían hecho que, por mucho viento que azotase, la veleta ni se inmutase.


"Hay días en los que la recuerdo y me pregunto, ¿qué estará haciendo? Hay noches, en cambio, en las que la extraño y me pregunto, ¿qué me estoy haciendo?"
(Mario Vargas Llosa)

5/06/2014

Te he echado de menos. Día 1.


-Ahora sí que entiendo lo que significa. -espetó Moira al aire, saliendo de su fantasía. -Es todo igual que la sonrisa que intento esbozar, esa que significa que todo va bien; o que hace que lo parezca. 
El rosa de su camiseta era la única luz de ese parque lleno de cemento y, mientras estaba sentada delante de mí, tenía la cara desencajada, más pálida que nunca, y el pelo recogido en un nudo incapaz de deshelarse por mucho que se quejase del calor. 
-Hay dolores que no superan ni siquiera nuestro vals, mi amor. - le dije mientras intentaba controlar el temblor de mis manos. 
-Aquí el problema es que siempre te amaré, incluso en el momento que ya no te quiera. - me contestó.
Entonces, se levantó y la perdí de vista. Pero, muy en el fondo, siempre supe que en cuanto dobló la esquina se derrumbó tanto que hirió el hormigón tatuando en la acera que sólo hay un Vuelo en la vida. 



-Pero si no he muerto, si he podido seguir viviendo, ha sido porque pensaba que si algún día volvías a mi lado, yo, con todo, sería capaz de aceptarte de nuevo. Por eso no he muerto. Y eso no tiene nada que ver con tener o no tener derecho, nada que ver con lo correcto o lo incorrecto. Quizá seas un estúpido. Quizás no valga la pena. Quizás vuelvas a herirme. Pero ésa no es la cuestión. Tú no entiendes nada de nada.
-Tal vez no.
-Y no me preguntas nada.
Abrí la boca dispuesto a decir algo, pero no me salieron las palabras. Era cierto que no le había hecho ninguna pregunta. "¿Por qué?", pensé. "¿Por qué no le he preguntado nada?"
-Los derechos son los que tú vayas construyendo a partir de ahora -dijo Yukiko-. O los que nosotros construyamos. Quizá no bastaba. Quizá parecía que habíamos construido juntos muchas cosas cuando, en realidad, no habíamos hecho nada. Posiblemente, todo nos haya ido demasiado bien. Tal vez hayamos sido demasiado felices. ¿No crees?
(...)
-¿Entiendes lo que quiero decir?
-Creo que sí.
-Quizá vuelvas a herime. Y lo que será de mí entonces, no lo sé. O quizá sea yo la que te hiera a ti. No puedo prometerte nada. Eso es seguro. Ni yo puedo prometerte nada a ti, ni tú puedes prometerme nada a mí. Pero te amo. Simplemente eso.
La abracé y le acaricié el pelo.