9/25/2020

Ojalá Siempre

 



- ¿Sabes cuando, de pronto, casi por arte de magia, sientes que todo está en su sitio?

Jack acariciaba los brazos de Moira mientras ella reposaba su cabeza en su pecho y contaba los titilantes vaivenes del calor de las velas. Sonaba algo de fondo como queriendo ponerle la melodía a una historia que habían jurado llenar de aventuras; el agua de la bañera, cubierta de espuma, ahogaba todo el vértigo de ese acantilado que les descubría lo infinito del mar. 

Podría haber sido otra historia, podrían haber cambiado sus protagonistas y es que  él no llegó a su vida para cumplir expectativas, ni Moira prometió que cumpliría las de Jack. Y estaban allí, ella girando su cabeza para mirarle y pensar, como cada momento desde que dormían juntos, dóndehabíasestadohastaahora

- Lo mejor de todo no es que sigas sorprendiéndome cada instante. Lo mejor son las ganas que tengo de sorprenderte yo a ti. - Moira, con su moño despeinado había parado ese momento como una fotografía Polaroid. Y se rió. Sólo podía sonreír al sentir que el otoño llegaba cargado de lluvias de verano y que ella, quería más que nunca empaparse. 

Tanto qui sotto, nulla è peccato. 



La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas...

(On the Road - Jack Kerouac)

8/29/2020

WHAT IF


 

Quiero ser tu buena mala influencia. Esa que te acorta las horas de sueño a cambio de madrugadas de ilusión, la que desordena tus hábitos y tus sábanas, esa que sin darte cuenta te roba una sonrisa que llega hasta el esternón. La que te deja un surco después de bebértela de un trago, como el café; y con la que no quieras un rato más, pero sí muchos minutos de complicidad. Esa que te saque de tu zona de confort, con la que no sepas cómo actuar pero sí cómo ser, la que te proponga un abismo y a cambio le des un baile de alas. Quiero ser tu buena mala influencia y llevarte a Volar hasta que sólo sientas libertad y vértigo de felicidad en tus entrañas. 


Porque quien no arriesga, no vive, no ama, no sufre, no gana ni sangra.


> ¿Sinvergüenza? ¡Sinvergüenza! Me gusta cómo suena... Por eso te gusto: Por que no ha habido demasiados sinvergüenzas en tu aburrida vida...» —Han Solo a Leia - Star Wars V 

8/09/2020

Mixto con huevo



Recorría con su dedo una y otra vez las espirales del mantel rosa fucsia donde reposaba su ordenador, éste esperando que se dignase a escribir una sola palabra mientras que el té con leche se enfriaba a su lado al mismo ritmo que su estómago se contraía presagiando que los días de abrigos de peluche habían terminado. 
Involución. Revolución. Evolución. 
Era como si Cas estuviese pintando de nuevo su cara sobre el mantel, recorriéndola con los dedos como solía hacer a altas horas de la madrugada pretendiendo apuntalar en su mente cada peca de su nariz, cada gesto de su ceja, cada arruga de sus ojos.
Le gustaba recordar cada momento bonito de instantes efímeros agarrándolos como clavos ardiendo con esa manía ancestral que tenía de quedarse sólo con todo lo bueno y es que, al fin y al cabo, lo mágico de los recuerdos es que los moldeamos como a cada uno le apetece y son ellos los que nos marcan nuestro estado de ánimo y nuestras acciones futuras. Curioso, ¿verdad?  Somos el producto del recuerdo que nuestra mente moldea a su antojo. Y a partir de ahí, el resto del camino.


Y últimamente ni siquiera soporto la cara que veo en el espejo. Mirad, cuando te haces mayor en la vida, hay cosas que se van. Vamos, eso es parte de la vida. Pero solo aprendes eso cuando empiezas a perder esas cosas. Descubres que la vida es cuestión de pulgadas, así es el fútbol. Porque en cada juego, la vida o el fútbol, el margen de error es muy pequeño.
(Un domingo cualquiera)

11/04/2017

Quiero recordar (te)



El filamento incandescente de su cigarrillo brillaba casi todos los minutos en los que estaba despierta. Una detrás de otra con firmeza y determinación, igual que su carácter, las caladas de nicotina acompañaban a ese perfume dulzón y empalagoso al que le gustaba oler mientras que su sonido era el de agitar ese reloj de cuerda plateado que se empeñaba en vestir en la mano opuesta.
Quiero recordar cómo rascaba sus tostadas quemadas cada mañana antes de untarlas de mantequilla, los aperitivos a base de Martini - del que yo robaba su guinda después de comerme la que venía en mi mosto - o la forma que dejaba en el lado derecho del sofá cuando se levantaba, pues desde que se jubiló era complicado no encontrarla allí.
Aunque la llamásemos tía, ella siempre fue nuestra abuela, por lo menos la mía y muy en mayúsculas.
Quiero recordar todas esas tardes sobre la moqueta del cuarto de estar y cómo trepaba yo por la estantería hasta conseguir esos tesoros en forma de pastas, bombones u otras dulcerías que ella siempre solía tener allí a buen recaudo. También su generosidad, los fastuosos días de Reyes o las celebraciones de Nochebuena donde todos nos reuníamos alrededor de ella, la matriarca, aunque le llegase casi por obligación.
Quiero recordar eso porque ella ya llevaba muchos años sin poder hacerlo.
Quiero recordar cuánto le gustaban las vieras gratinadas, cómo me cuidaba como si fuera su pequeño tesorito y cuánto disfrutaba de todos los sitios a los que tuve la suerte que me llevara con ella.
No fue perfecta, como ninguno lo somos, pero puedo asegurar que conmigo sí.




Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que esta loca, la gente que esta loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un “¡Ahhh!”.
(On the Road - Jack Kerouac)

8/27/2017

Nunca un agosto fue tan octubre


Le gustaba oler la ciudad en esos días especiales en los que, de pronto y sin previo aviso, la lluvia calaba todos sus poros después de muchos días de soledad total.
Recorría entonces el asfalto con su vestido de verano y unas chancletas color azul cian, el pelo demasiado rebelde como para intentar controlarlo y el corazón demasiado cansado como para tan siquiera preguntar cual de las dos Mónicas había salido hoy a pasear.
Le quedaba de ella sólo el saber llamar a las cosas de otra forma, por su nombre invisible, por los recuerdos que no dejan, y mientras tanto seguir intentando entonar ese mea culpa por el que ya era incapaz hasta de hablar.




"La probidad, la sinceridad, el candor, la convicción, la idea del deber son cosas que en caso de error pueden ser repugnantes; pero, aún repugnantes, son grandes; su majestad, propia de la conciencia humana, subsiste en el horror; son virtudes que tienen un vicio, el error. La despiadada y honrada dicha de un fanático en medio de la atrocidad conserva algún resplandor lúgubre, pero respetable. Es indudable que Javert, en su felicidad, era digno de lástima, como todo ignorante que triunfa."
(Los miserables)