11/04/2017

Quiero recordar (te)



El filamento incandescente de su cigarrillo brillaba casi todos los minutos en los que estaba despierta. Una detrás de otra con firmeza y determinación, igual que su carácter, las caladas de nicotina acompañaban a ese perfume dulzón y empalagoso al que le gustaba oler mientras que su sonido era el de agitar ese reloj de cuerda plateado que se empeñaba en vestir en la mano opuesta.
Quiero recordar cómo rascaba sus tostadas quemadas cada mañana antes de untarlas de mantequilla, los aperitivos a base de Martini - del que yo robaba su guinda después de comerme la que venía en mi mosto - o la forma que dejaba en el lado derecho del sofá cuando se levantaba, pues desde que se jubiló era complicado no encontrarla allí.
Aunque la llamásemos tía, ella siempre fue nuestra abuela, por lo menos la mía y muy en mayúsculas.
Quiero recordar todas esas tardes sobre la moqueta del cuarto de estar y cómo trepaba yo por la estantería hasta conseguir esos tesoros en forma de pastas, bombones u otras dulcerías que ella siempre solía tener allí a buen recaudo. También su generosidad, los fastuosos días de Reyes o las celebraciones de Nochebuena donde todos nos reuníamos alrededor de ella, la matriarca, aunque le llegase casi por obligación.
Quiero recordar eso porque ella ya llevaba muchos años sin poder hacerlo.
Quiero recordar cuánto le gustaban las vieras gratinadas, cómo me cuidaba como si fuera su pequeño tesorito y cuánto disfrutaba de todos los sitios a los que tuve la suerte que me llevara con ella.
No fue perfecta, como ninguno lo somos, pero puedo asegurar que conmigo sí.




Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que esta loca, la gente que esta loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un “¡Ahhh!”.
(On the Road - Jack Kerouac)

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LOCURA(S)