6/25/2010

También hay gatos que muerden.



Álvaro estaba sentado en el autobús, el número 19, camino de casa. Volvía de trabajar. Desde los cristales podía ver cómo la gente se amparaba de la lluvia entre los portales y debajo de las cornisas.
Un mensaje de texto: "¿Me visitas?". Era Laura.
Se bajó del autobús como si de un autómata se tratase, no estaba a más de diez minutos andando.
Cada paso que daba le costaba más pronunciarlo, el aire se había condensado con toda la humedad del ambiente mientras sentía que sus pies no podían seguir avanzando. Se paró en seco y se sentó cerca de un arbusto mal cortado que hacía de línea divisoria entre el parque y la acera. Todo iba bien entre ellos: discutían a veces, se querían, se mimaban, se pegaban, se compenetraban... el sexo era bueno, sí, era muy bueno.
Se levantó y volvió a subirse al autobús. Se sentía incapaz de verla.





“La mayoría de los seres humanos son como las hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan al suelo. Otros casi son como estrellas, siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta.” 
(Hermann Hesse)

3 comentarios:

  1. Tenes una forma particular de escribir. Me gusta.

    Tambien me gustan las frases de final de cada post.

    Creo que la conclusion es que me gusta tu blog.

    Saludos.

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  2. Debería dejar de ser tan cobarde. La cobardía nos priva de muchas cosas.

    :)

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  3. Yo prefiero ser como esa plumita que aparece en la película de Forrest Gump: a la deriva, en libertad.

    Muchos besos, bella.

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LOCURA(S)