7/17/2009

Presencias (II)

Capítulo 4
Lo había entendido. Conseguía entrar en mi mente sin descomponerse mientras yo estaba luchando con su mirada para captarle al menos uno de sus secretos, había adivinado mis pensamientos.
¿Quién era ella y porque me tenía allí fija como si fuera de vital importancia encontrar un punto de contacto?
Tenía la temerosa sensación de que quizás no quería saber realmente quien era, estaba ya agotada. Las fuerzas se me iban cada vez un poco más y extraños pensamientos vagaban cada vez con más importancia por mi cabeza.
Miedos, sueños, tristeza y felicidad empujaban prepotentemente mi alma, como si su presencia hacía que mi protección se estuviera desquebrajando. 
Mientras una lucha de emociones se fraguaba dentro de mí encontré un ligero alivio en la oscuridad de esa mirada y, como si mi cuerpo hubiese sido transportado a otra dimensión, durante una fracción de segundo, sentí la sensación de encontrarme en otro lugar.
Capítulo 5
Desconocido e irreal. Los contornos de las cosas se esfumaban perdiéndose en un escenario en el que todo tenía la extraña consistencia del mundo onírico.
Pero en aquella niebla variopinta, mis sensaciones si hicieron imprevisiblemente más fuertes, cada vez más, hasta emborracharme.
Estaba feliz.
Una felicidad nueva porque era irreal: una proyección de todos mis deseos profundos.
Los deseos de toda mi vida se estaban encontrando en esa extraña dimensión y se encajaban construyendo, en pocos minutos, todo lo que nunca habría podido vivir.
¿Era ese su mundo?
Posible: poder escapar de vez en cuando a una existencia paralela para colmar las lagunas que nos han impuesto. ¿Por la vida?
El escenario que tenía en frente era fascinante: brillante y oscuro al mismo tiempo.
Capítulo 6
Cada objeto, cada personaje de esa dimensión, parecía extrañamente real, familiar; pero cuando intentaba acercarme, los bordes comenzaban una lenta metamórfosis.
Todo se diluía con delicadeza, come los colores de un cuadro recién pintado debajo de una lluvia de primavera.
Y después de la lluvia, solo una sensación quedaba viva: perfumes, olores que se hacían intensos dejándome el único recuerdo sensible de lo que mis ojos ya no conseguían ver.
Un viento ligero me acariciaba quemándome ligeramente el rostro, lleno de furia me atravesaba confundiendo mis sentidos.
A los perfumes se les sumaba el eco de voces lejanas: sonidos y perfumes eran lo que quedaba de mi visión, pero todavía intensamente presentes en el improbable destino en el que me había perdido.
Después, al final de la percepción... un resplandor azul.
Estaba de nuevo en la habitación y ella, la extraña, me miraba y sus ojos estaban llenos de lágrimas, como los míos.
De repente la noción de la comprensión.
La extraña me había permitido ver a través de su alma, e asomándome en los torcidos recovecos  de ese mundo, había degustado la verdad celosamente celada por el fino e impenetrable velo de la apariencia.
Estaba exhausta, como si hubiera recorrido el camino hasta el fin del mundo.
La extraña seguía observándome, los ojos todavía velados. 
Me alejé del espejo y salí de la habitación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOCURA(S)