1/25/2011

¿Cómo sabes si tienes sed si nunca has bebido?


-¡Teo! ¡Teo! ¿Dónde estás? Ven aquí, ¡corre!  - Lía llevaba  puesta una camiseta cinco tallas más grande llena de pintura de mil quinientos colores que dejaba entrever sus nalgas perfectamente redondas. No llevaba nada más que su pelo anudado en una trenza sin terminar y debía ser medido día ya que el sol volvía a brillar.
-¿Qué pasa, Pecas? - le dijo él asomándose por la puerta con cara de recién levantado y pantalones de pijama a cuadros.
-El Colacao, que hoy sabe a avellanas - miró la taza que tenía delante, removió un poco la cuchara tambaleándose y se lo llevó a pasos chiquititos - Prueba. 
-A mi me sabe igual.... - la cara de ella frunció el ceño, como si le hubiese dicho que hoy no iban a montar el Lego. 
-Teo, tengo que decirte algo. - hizo una pausa mientras que se apoyaba en el mueble blanco sobre el que reposaban cientos de libros sin orden - Te he hecho un hueco en la cama. 
Él la miró con ternura. Se notó como sus párpados se derretían al tenerla abrazada entre sus piernas los dos minutos siguientes.
-¿Ah, sí?
-Es que, es entonces, cuando das ese paso y cierras la puerta tras tus pies, marcando con cuidado la huella tras el umbral, cuando sabes que quizá mañana la abras y todo lo de fuera haya desaparecido tiñendo las bolsas de té de las paredes con una música que ni siquiera suena. Y sólo te queda eso, la esperanza de tener ese círculo y saber que contigo dentro todavía puede echar a rodar. ¿Entiendes?
-Es todo por el hombre del Coco, ¿no? Para que no venga a por mi...
-No, tonto. Es para que no venga a por mi...



-Tiene usted mala cara - dictaminó.
-Indigestión- repliqué
-¿De qué?
-De realidad.
(El juego del Ángel - Carlos Ruiz Zafón)



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    LOCURA(S)