3/27/2010

La Boca (de Buenos Aires)






Querida Moira, 

Mi nombre es Ric. 
Estoy sentado en el rellano de la escalera apoyando la espalda contra la pared y las manos sobre mis rodillas.
He llamado a tu puerta unas quinientas veces, sé que estás en casa.
No me has querido abrir, ni a mi ni a los demás; has vuelto a introducir la llave en la cerradura y has dado dos vueltas más de tuerca asegurando el pestillo.
Sé que te has vuelto a sumergir entre tu edredón de plumas.  
Tras las tres primeras horas ya había agotado todos los cigarrillos de mi paquete y te he visto a través de la puerta.
Te veo. Tus manos sostienen una pequeña vida que te intenta transmitir un calor que no sientes mientras tu boca paladea un regusto amargo de sabores mezclados que no quieres tragar de ninguna manera. Tus ojos están siendo atacados por rayos beta y gamma y tus oídos se perforan con sonidos que flotan en una ruidosa estática.
Tu nariz, tu pequeña nariz, permanece olvidada, perdida en ese universo de sentidos abandonados.
 Cuando me hablaste la primera vez, Moira, pude ver cómo querías esquivar tu mente, que tanto  te hace sufrir, y perderte en ese lugar en el que no te hace falta actuar, pasear por un escenario de fantasía fácil en el que nadie te observa.
Querida, las energías son absorbidas por tanto sinsentido ajeno y aunque el cansancio invita a pararse, a darse por vencido, tú eres una luchadora.
Nunca te has cansado de luchar, porque te gusta.
Porque la embriaguez del triunfo mitiga el efecto de la desesperanza y a ti no te gusta perder ni a las chapas.
Tienes una nueva victoria que celebrar, aunque la batalla haya arrastrado campos de ilusión.
Ahora me voy, si quieres un beso escríbemelo.

Ric. 




Pasé una gran parte de mi vida, hasta los 28 años, esperando a que mi vida comenzara. Pensé que en cierto punto me convertiría de un capullo a una mariposa, que mi verdadera vida podría empezar. Si tuviera que vivir de nuevo esa etapa de mi vida, preferiría vivir el lapso entre los 18 y los 28 sabiendo que sería así, que nada ocurriría repentinamente, que el tiempo pasa, que eres lo que eres, y haces lo que haces.
(Roger Waters)

4 comentarios:

  1. Cierto, muy cierto, la sensación de triunfo que nos embriaga a veces es el único acicate para seguir viviendo hasta la próxima. Y cuidado con los besos en telegrama, por escrito pueden ser confusos.
    Un saludo y un canto de ballena. =)

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  2. Buen texto y buenas sensaciones. La reflexión final me gustó mucho.
    Un beso.
    LADY JONES

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  3. me pierdo me pierdo
    eres de buenos aires o estás en buenos aires?

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  4. ¿Y se lo escribió?

    ¡Muchísimos besos desde México, linda!

    :)

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