1/14/2010

Un tinto, un mojito o cuatro chupitos de tequila.



Es una calibre 23 cargada de balas de de todo:
lluvia, odio, sexo, amor, paseos por líneas discontinuas, nubes de golosina y retazos de telas de carnaval.
He guardado todos los chalecos antibalas del país en el maletero de mi Jeep.
¿Te habías dado cuenta de lo fácil que es empuñar una pistola?
He decidido dispararte: ¡Pum! ¡Bang! ¡Pum!
Y no hay ninguna forma de que lo evites.

Ahora, ven, anda, mírame a los ojos y te cuento por qué te escribo.

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