10/10/2011

Para mi a Roma hay 2 horas y para ti puede haber 1963 kilómetros.



Parecía como si la cerradura hubiese sido aceitada minutos antes de que Lía insertase la llave en ella. Desde el descansillo, con un maleta de ruedas tamaño cabina de avión apoyada a un lado y el último viento salado sustentándola por el otro, consiguió que el crack de la puerta fuese del todo insonoro; como la primera vez que entraron juntos en aquella casa.
Apoyó sus cosas en el baúl de la entrada, el aire estaba viciado, el sol que entraba por la ventana del salón y calentaba el ambiente seguía empeñado en mantener al otoño en busca y captura. Teo estaba sentado en la butaca, vestía un pantalón de pijama amplio color gris marengo y apoyaba los pies sobre la mesita mientras trabajaba en el nuevo proyecto que le habían encargado desde Singapur. Apenas le quedaban ya huellas por esas habitaciones.
Cuando le abrazó por detrás suavemente, el olor del perfume de naranja amarga de su chica junto al tacto frío de su pequeña nariz le sentó por completo en aquel almohadón.
Hay demasiada diferencia entre el whisky de cinco chelines y el de cincuenta; parecía como si ella hubiese llegado dejando de ser una persona apta para todos los públicos.
Se quedarón allí el resto del día, con las botas calzadas y un verano que se resistía a marcharse.





«...Era como el final de una película. Era como el final de todas las tristezas. Íbamos a ser felices ya....» Eso había pasado hacía muchísimo tiempo, en la época en que, salvando toda la embriaguez de la guerra, Juan había vuelto a la mujer que le dio un hijo para hacerla su esposa. Ya no se acordaban de ello casi... Pero hacía muy poco, en aquella angustiosa noche que Gloria me había recordado con su charla, yo les había visto de nuevo fundidos en uno, hasta sentir juntos los latidos de su sangre, queriéndose, apoyándose uno al otro bajo el mismo dolor. Y también era como el final de todos los odios y de todas las incompresiones.

«Si aquella noche - pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo». Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida... Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo de se deshace.

(Nada - Carmen Laforet)


6 comentarios:

  1. Más de una vez el final de todos los odios arrastra en sí mismo el final de un montón de otras situaciones.

    Un saludo

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  2. depende de cada uno,algunos se cierran al ver su realidad, otros buscan una solucion rapida
    Besos!

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  3. Delicioso texto
    -Migas con una pizca de cúrcuma y miel-

    un beso

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  4. ¡Me mata el título! Genial texto también :)

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  5. Brillante el título, una historia en sí mismo.

    La historia, perfecta. Me gustan esos detalles, pequeños y puntuales que la hacen única.

    ;)

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  6. Me encanta el texto que has escrito. Lo has expresado genial y el sentimiento de soledad que hay presente en todo momento.
    Un saludo

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