9/11/2010

La traición de los post-its en la ventana.



-¿Sabes, Ál? No dejo de pensar en el otro día, cuando me acompañaste al hospital.
Monipenny tenía los labios pintados de rojo y un moño en la cabeza. Llevaba unos pantalones vaqueros color cris marengo, rajados por las rodillas, una camiseta de tirantes y su cazadora blanca. En los pies, con las uñas recién maquilladas con brillo, unas cuñas de tiras negras que la levantaban ocho centímetros más del suelo. 
Estaban sentados sobre el verde, cerca del lago del parque donde el sol ya no apretaba tanto y la gente remaba en sus barcas. De Álvaro, en cambio, sólo se podían ver sus ojos color amanecer en verano, transparentes como el trigo de los campos en invierno. 
Apoyó suavemente su espalda sobre el tronco del árbol que tenía detrás.
-Cuando entré en aquella habitación, al otro lado, sentí cómo un temblor de certeza me recorría el pecho, cómo carcomía mi estómago e inundaba mis pulmones. - le dijo ella sin dejar de mirar las hojas que le tapaban las nubes - El cristal reconvertido en piedras, la necesidad en distancia. 
A veces le daba la impresión de que él no la escuchaba mientras ella intentaba intoxicarle con sus mecheros de alientos contrarreloj, que se le escapaba dentro de su enorme mundo de laberintos ya resueltos. 
Intentó seguir.
-Me senté al borde de esa cama y sus ojos miraban más allá de los míos, como si no existiera, traspasándome sin notar mi presencia, ajenos a mi tacto, a mis señales en vano por traerlos de vuelta. - hubo un silencio, ella movió el cuello y pudo vislumbrar su silueta marcada contra la tierra - Entre sus labios, pálidos y raídos, todavía se bordaba un halo abatido de existencia. Tenía el pulso dispar, ahogado, conteniendo grietas. 
Él, a las dos en punto exactas, se puso de pie y la agarró de la mano para levantarla. Le dijo que no pensara más en ello.
Cuando se despidió de ella, en el portal de su casa, sólo le dijo: -Dicen que enfermó de agotamiento. 
Mónica, con la llave ya metida dentro de la cerradura, se giró para mirarle por última vez. Abrió la puerta.
-Yo sigo creyendo que lo hizo por desencanto.





El desengaño es la ira de los blandos. 
(House)

5 comentarios:

  1. Yo estoy con Mónica, el desencanto es muy difícil de sanar...

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  2. Un besote enorme
    ando corta de itmepo, no alcanso
    a comentar más pero ahi estan al menos
    unos saludos n_n

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  3. El desencanto es lo que sucede justo antes de que tu alma grite que tienes que actuar; o lo que queda después de ver que ya has hecho todo lo posible.

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  4. Tal vez no sea desencanto, tal vez solo sea un momento de distraccion de los q acostumbra Alvaro, supongo q Monica ya lo conoce.

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  5. Creo que cuando uno se desencanta de algo/alguien es porque debes cerrar ese ciclo.


    Un besazo, bellísima.

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