-¿Estás ahí?
Ella giró la cara para contemplar los rayos de luz que le llegaban de la calle. Tendida sobre la cama sentía cómo su pierna caía sobre él.
-¿Si?
-¿Sabías que te cambia la cara cuando nos acostamos?- se atrevió a preguntar.
Él, sin inmutarse, sonrío avergonzado.
-Tú dices palabrotas. Es el único momento del día en el que las dices. - respondió evadiendo la pregunta.
-Te quiero.
Se tumbó encima de ella y puso su cara en su pecho, rodeándola con sus pies.
-Eso también lo dices. Y es la mejor palabrota que conozco.
Envidia hasta límites insospechados.
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LOCURA(S)