- ¿Sabes cuando, de pronto, casi por arte de magia, sientes que todo está en su sitio?
Jack acariciaba los brazos de Moira mientras ella reposaba su cabeza en su pecho y contaba los titilantes vaivenes del calor de las velas. Sonaba algo de fondo como queriendo ponerle la melodía a una historia que habían jurado llenar de aventuras; el agua de la bañera, cubierta de espuma, ahogaba todo el vértigo de ese acantilado que les descubría lo infinito del mar.
Podría haber sido otra historia, podrían haber cambiado sus protagonistas y es que él no llegó a su vida para cumplir expectativas, ni Moira prometió que cumpliría las de Jack. Y estaban allí, ella girando su cabeza para mirarle y pensar, como cada momento desde que dormían juntos, dóndehabíasestadohastaahora.
- Lo mejor de todo no es que sigas sorprendiéndome cada instante. Lo mejor son las ganas que tengo de sorprenderte yo a ti. - Moira, con su moño despeinado había parado ese momento como una fotografía Polaroid. Y se rió. Sólo podía sonreír al sentir que el otoño llegaba cargado de lluvias de verano y que ella, quería más que nunca empaparse.
Tanto qui sotto, nulla è peccato.
La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas...
(On the Road - Jack Kerouac)